Muchas veces los escritores son responsables por la redención de los personajes de sus historias. Y esa responsabilidad tiene que ver con rescatarlos de los laberintos que construyeron y sacarlos de ahí sanos y salvos. ¿Porqué? Por dos razones: Los queremos mucho y no son culpables de estar donde están, entreverados en una fantasía que no construyeron.
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